De su interés

Qué debo saber cómo padre sobre la ideología de género

 

Melissa González

·         Se nos tacha de transfóbicos si nos consideramos heterosexuales, pero no sentimos atracción por una persona trans que se identifica como del género opuesto. 1

·         Sea ilegal dar consejería a un niño confundido respecto a su identidad de género a menos que se le afirme el género con el que se identifica contrario a su sexo biológico. 2

·         Se nos acusa de “acosadores sexuales” por no usar los pronombres correctos al referirnos a una persona no binaria o trans. 3

·         Predicar que existen dos géneros “varón y hembra” sea considerado discurso de odio. 4

·         El Estado pueda quitarnos la patria potestad de nuestros hijos por no criarlos según el género con el que se identifiquen sino según su sexo biológico. 5

Ya estamos viviendo en él. 

UN RETO PARA LOS PADRES  

Como padres y madres cristianos, nuestro mayor anhelo es que nuestros hijos lleguen a conocer al Señor como su padre, que atesoren su Palabra y que no se aparten de sus caminos. Vivimos nuestro caminar espiritual inculcando en ellos estos principios, llevándolos a la iglesia, compartiendo con otras familias cristianas y aprovechando cada oportunidad para enseñar sobre nuestra fe. Muchas veces, sin embargo, esta burbuja bien intencionada de protección nos ciega ante la magnitud y escala de los ataques que están viniendo contra nuestros hijos y nuestras familias. Hablo de un cambio radical en la cultura, en las normas sociales que componen lo que es bueno y malo, en lo que consideramos normal y en lo que entendemos como sociedad cuando mencionamos palabras como “inclusión”, “tolerancia” y “diversidad”.  

¿Cómo criamos a nuestros hijos para entender e interiorizar las verdades bíblicas que nos enseñan del matrimonio entre marido y mujer, o que nos dicen que somos creados a la imagen y semejanza de Dios como varones y hembras, en un mundo que los llamará homofóbicos y transfóbicos al hacerlo? ¿Cómo nos armamos de sabiduría y valentía para levantar la voz en estos temas nosotros mismos, de manera que nuestros hijos los oigan primero de nosotros? Y si es necesario, ¿cómo ponemos límites y nos plantamos firmes en las escuelas, en los clubes, en las actividades sociales?  

En estos últimos meses hemos estado trabajando en un programa nuevo para Enlace llamado ¡Oh mamá! Se estrena el 4 de junio y aborda la crianza desde una postura bíblica. Discutimos temas como la maternidad y la relación de pareja, cómo lidiar con los berrinches, cómo balancear el trabajo dentro y fuera del hogar y yo estaba convencida desde el inicio que quería dedicar un episodio a la ideología de género: la noción de que una persona se puede identificar con un género biológico diferente a su sexo, o incluso con uno no binario, que no es ni femenino ni masculino. Estas preguntas que puntualizan arriba son desafíos que competen a esta generación en particular, y que como madres y padres debemos estar facultados para abordar. Me sorprendió, al contrario, cuánto difícil fue buscar a personas aún en el ámbito cristiano que estuvieran dispuestas a hablar del asunto. “Es un tema delicado”, “hay que tener cuidado cómo se trata”, “eso tal vez mejor no hablarlo en televisión” fueron algunos de los comentarios que escuché.  

UN CAMBIO CULTURAL 

Créanme que entiendo la pausa de muchos, nos podemos sentir como una minoría que está lanzando un mensaje que muchos considerarán retrógrado y que estaremos en esta lucha nadando contra corriente; pero, por otro lado no puedo evitar la sensación de urgencia, de impotencia y desesperación al ver que estamos callando ante temas que tan radicalmente están cambiando nuestra cultura, y que por temor a no ofender a los demás nos quedamos al margen como la mayoría silenciosa , ante uno de los mayores ataques a la familia que hemos visto en la historia moderna.  

Hace tan solo 10 años, en Estados Unidos el 3.5% de la población se identificaba como LGBT, según la encuesta de Gallup. Recientemente salieron los resultados de esta encuesta para el 2021 y este porcentaje se duplicó, alcanzando el 7.1% en menos de 10 años. Lo interesante de este cambio, y lo que quiero puntualizar aquí, es que la generación que está impulsando este crecimiento en su mayoría es la Generación Z, que está compuesta por personas que nacieron entre 1997 y el 2003: el 21% de estos se identifican como LGBT. Cuatro años antes, en el 2017, los jóvenes mayores de 18 años pertenecientes a la Gen Z que se encontraron LGBT era de 10.5%, y así como esta proporción se ha duplicado en los últimos años se espera que siga creciendo conforme a más personas de esta generación alcancen la mayoría de edad.  

La evidencia demográfica es clara, las generaciones más jóvenes están experimentando un cambio de cultura, y también hay una agenda limpia por parte de los medios de comunicación masiva, productores de contenido y hasta de muchos de nuestros gobiernos que promueven, normalizan y defienden esta ideología, no solo entre las personas adultas sino intencionalmente dirigidas hacia niños y jóvenes. Abramos los ojos: está funcionando.  

Recientemente, como respuesta ante la denominada Don't Say Gay Bill de Florida (que realmente es una legislación que busca limitar la exposición a contenido relacionado a ideologías de género y preferencias sexuales en estudiantes de kínder a tercer grado) Disney anunció que buscará que 1 de cada 2 de sus nuevos personajes pertenezcan a la comunidad LGTBQ.  

Aunque en la sociedad estadounidense ni siquiera 1 de cada 10 personas se identifiquen de esta manera, las series y películas que antes consideramos tan inofensivas y sanas se presentarán intencionalmente a la mitad de sus personajes de esta forma, adoctrinando a mentes susceptibles que apenas están aprendiendo a categorizar el mundo a su alrededor ya distinguir la diferencia entre los sexos. 

GROOMING Y LOS ORÍGENES DE LA IDENTIDAD DE GÉNERO  

Lo que está pasando hoy con nuestra niñez y juventud es un “grooming” a gran escala, un ataque coordinado en lo que ven y escuchan que está tergiversando las verdades biológicas que nos definen como seres humanos “varón y hembra”, masculino y femenino. Para entender esta agenda, y estar así preparada a refutarla, es importante entender los fundamentos de la ideología de género, que es relativamente nueva y sin embargo se está convirtiendo en el dogma cultural que impera en nuestra sociedad.  

Uno de los impulsores de la ideología de género y procedimientos de reasignación de género fue el psicólogo y sexólogo neozelandés John Money, quien proponía que el género es meramente una construcción social y no está predispuesto por nuestros atributos biológicos.  

Durante los años sesenta, dos gemelos varones fueron referidos a Money luego de que la circuncisión de uno de ellos saliera mal, y el psicólogo vio esta como una oportunidad para el experimento perfecto, convenciendo a los padres que sometieran a su hijo de un año y 10 meses a una cirugía para construirle genitales femeninos y que lo criaran como niña. Tendría el elemento de control en su otro hermano, quien sería criado como hombre. Durante su niñez y pubertad, ambos gemelos, Bruce y Brian Reimer, tenían consultas frecuentes con Money, en las cuales se les obligaba a someterse a actos sexuales entre ellos y tocarse sus genitales mientras hasta seis doctores veían y tomaban notas.  

A pesar de la teoría de Money de que una persona criada como mujer se ajustaría a este género sin mayor inconveniente, Bruce presentó disforia de género desde su infancia, e intentó suicidarse a los 13 años, habiendo advertido a sus papás que lo haría si lo obligaban a ver a Money de nuevo. Fue hasta sus 15 años que su padre le contó la verdad de que había nacido varón, ya partir de ahí Bruce Reimer asumió una identidad masculina, comenzando a tomar testosterona para revertir las hormonas que por años había recibido, y sometiéndose a cirugías para eliminar sus senos y reconstruir su pene. Ya de adulto, Bruce se hizo con una mujer y comenzó a hablar públicamente sobre el abuso que había recibido por parte de Money y el trauma psicológico con el que seguía lidiando.  

La historia, lejos de haber sido un experimento exitoso que probara la teoría antibíblica de Money, terminó en tragedia: tanto Bruce como su hermano gemelo Brian, quien sufrió de esquizofrenia, se suicidó.   

Esta nefasta anécdota es tan solo un caso que ejemplifica los orígenes ideológicos de estas corrientes, pero existen muchos personajes, doctores, psicólogos y sexólogos que impulsaron estas nociones durante el siglo pasado. Si les interesa el tema los invito a investigar los trabajos de personas como Alfred Kinsey, el “padre de la revolución sexual” quien documentaba orgasmos en niños. Walter Pomeroy, discípulo de Kinsey, creía que el incesto no debía ser visto como una desviación sexual, y la doctora Mary Calderone, proponente de la nueva educación sexual defendía que esta debería celebrar la naturaleza sexual de los niños. 6

Bajo esta corriente de pensamiento de alguna forma tiene sentido decir: si una mujer puede ser un hombre, ¿por qué no un hombre puede ser un niño? Va un poco por la misma línea del “amor es amor”, donde todo se vale. No voy a detallar el grotesco trabajo de Kinsey, quien documentaba y describía horripilantemente actos sexuales con menores de edad e incluso con bebés, desde la postura que esta era una “expresión sana de su sexualidad”. Y si el hecho de que Money obligaba a niños hermanos a cometer actos sexuales entre ellos mientras los veían y fotografiaba no es suficiente evidencia de su inclinación pedófila, también se le cita diciendo: “Si yo viera el caso de un niño de 10 o 11 años que está intensamente atraído de manera erótica a un hombre en sus 20 o 30, si la relación fue totalmente mutua y el lazo entre ellos total y genuinamente mutuo, entonces no lo llamaría patológico de ninguna manera”. La falacia principal de esta observación es la noción de que un niño de 10 años puede dar consentimiento a una relación sexual, lo que no es verdad bajo ningún marco jurídico y legal en nuestras sociedades occidentales, por esto que una relación entre un mayor y menor de edad siempre se considera violación.  

EL LENGUAJE IMPORTA  

Una de las formas más efectivas para cambiar la conciencia social es el uso del lenguaje, y aunque la terminología sea tan visible y recurrente, su integración en el léxico cotidiano ha sido tan sutil, tan “poquito a poco” que no nos damos cuenta de las implicaciones que tiene en el dogma ideológico impuesto.  

Así, vemos el uso de como “género asignado al nacer” para referirse al sexo biológico términos de una persona, insinuando que fue asignado de manera antojadiza y sin fundamento médico o biológico, cuando realmente el término correcto debería ser el “género” aun determinado antes de nacer, ya que cromosómicamente nuestro ADN determina nuestro sexo desde el momento de la fertilización.  

Si una mujer puede identificarse como un hombre entonces no sólo las mujeres pueden quedar embarazadas, o dar a luz a un bebé o dar de mamar, por lo que se está impulsando el uso de términos más “inclusivos”, cambiando de mujer embarazada a persona gestora y de dar de mamar a dar de pecho (“breastfeeding” a “chestfeeding” en inglés). Por más que nos pueda parecer ridículo el uso de estos términos, pensamos por un momento lo confuso que puede ser para un niño que apenas está entendiendo las diferencias anatómicas entre un hombre y una mujer. Lo que logra es una cosmovisión libre de género, donde este es un concepto fluido y cambiante, y las personas son solo eso: personas, independientes de su composición anatómica.   

Por supuesto, la mayor y más evidente transformación en el lenguaje es el cambio en el uso de pronombres, que ya no son él/ella para masculino y femenino respectivamente, sino que se deben asignar según el género con el cual cada persona se identifica, él y ella para personas binarias (no obstante biológicamente hombres y mujeres) y elles para personas no binarias, que no se identifican con ninguno de los dos géneros.  

Por un lado, existe la postura de respetar los pronombres preferidos de cada persona y entiendo que hasta se puede usar el argumento cristiano de amar a nuestro prójimo y de alguna manera poner la otra mejilla en esta guerra cultural, cediendo en algo tan trivial como el uso de un nombre. Por otro lado, está el peligro latente de que esta terminología sea impuesta, socavando nuestro derecho de libertad de expresión. El filósofo conservador Jordan Peterson ascendió controvertidamente a la fama por defender este derecho en Canadá, donde la legislación Bill C-16 se podría interpretar para imponer el uso de pronombres preferidos al referirse a los demás. Peterson levantó un escándalo ante esta legislación, argumentando que este tipo de prohibiciones y limitaciones a la libertad de expresión son características de los regímenes autoritarios.  

Que Dios nos dé sabiduría para actuar en amor hacia estas comunidades mientras defendemos sin ninguna pausa o remordimiento nuestras libertades de expresión y derechos humanos que no llegará a ser cultos perjudica ante la posibilidad de que alguien se ofenda por ellos.  


PROCEDIMIENTOS DE REASIGNACIÓN DE GÉNERO  

Uno de los temas más preocupantes de esta ideología y la razón por la cual está siendo tan activamente dirigida hacia niños y jóvenes es porque el momento adecuado para “transicionar” hacia el género opuesto es antes de la pubertad. Hago la salvación aquí que debemos aferrarnos a la postura que es médicamente imposible que un hombre sea mujer o viceversa, sin embargo, para propósitos de este artículo usaré el término transicionar para referirme a los tratamientos médicos que buscan reasignar el género de una persona.  

El primer paso en estos tratamientos es la toma drogas supresoras de la pubertad, de manera que se reprima el desarrollo natural de la pubertad y el niño o niña no empiece a desarrollarse según su sexo. Luego, el joven puede comenzar a tomar hormonas de reemplazo: estrógenos para transicionar al sexo femenino y testosterona para el masculino. El último paso para una transición médica son las cirugías mucho más invasivas de reasignación de género: mastectomías para eliminar los senos, deconstrucción de penes y creación de “vaginas” o la construcción de penes. Como mencioné anteriormente, es una bandera del movimiento LGTBQ adoctrinar a los niños para que crean que pueden convertirse en los niños en niñas y las niñas en niños, introduciendo esta noción desde una edad temprana, donde la imaginación está activa,  

Si al leer esto usted cree que estas prácticas deberían ser consideradas abuso de menores, no está solo. Recientemente, el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, respondió afirmativamente a una carta del Fiscal General Ken Paxton, donde hacía el argumento de que los tratamientos hormonales y cirugías de reasignación de género en menores de edad se consideraría abuso infantil según la ley actual del estado de Texas, y específicamente, según el código de familia. Este fue un hito valiosísimo para la lucha en contra del adoctrinamiento de menores de edad en estos temas y por supuesto en contra de los supuestos tratamientos de reasignación de género en menores. La comunidad “mainstream” se escandalizó con esta noticia, llamándole el “ Anti trans law ”” (Ley transfóbica) de Texas, y hasta el presidente Biden sacó un comunicado instando a que se “afirme la identidad de género de los niños trans”. 7

Sin embargo, quiero puntualizar algunos de los argumentos principales que hace Paxton en esta carta, información sumamente relevante para nuestra postura: 

Lo primero es que desde un punto de vista estos tratamientos jurídicos deben ser ilegales en menores de edad porque estos no pueden dar consentimiento a cualquier intervención médica que los vaya a dejar estériles, y estos procedimientos, aunque no tienen ese fin, sí producen la esterilidad en la mayoria de los casos. Es por esto que debemos recordar siempre que por más que se diga que un hombre puede ser mujer o al revés, médicamente esto es imposible: una “mujer trans” nunca podrá dar a luz a un hijo, así como un “hombre trans” tampoco lo podra engendrar a traves de su esperma. 

Lo segundo son los posibles efectos secundarios de estos tratamientos, que no son menores y cuyos efectos de ninguna manera intervendrían médicamente en el cuerpo de un menor perfectamente sano, mutilando su cuerpo e inyectándole hormonas para alterarlo según una identidad obtenida: “Más allá del daño obvio de esterilizar permanentemente a un niño, estos procedimientos y los tratamientos pueden causar otros efectos secundarios, incluidos trastornos mentales graves, trombosis venosa/tromboembolismo, aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, aumento de peso, disminución del líbido, hipertrigliceridemia, elevación de la presion arterial, disminucion de la tolerancia a la glucosa, enfermedad de la vesicula biliar, prolactinoma hipofisario benigno, disminucion y elevacion de los triglicéridos,aumento de los niveles de homocisteína, hepatotoxicidad, policitemia, apnea del sueño, resistencia a la insulina, dolor pélvico crónico y aumento del riesgo de cáncer y derrame cerebral”, así lo mencionó Ken Paxton en el documento dirigido al Miembro de la Cámara de Representantes de Texas Matt Krause. 

Finalmente, respecto a este tema de reasignación de género es importante resaltar la paradoja de que la ideología de género establecer que el género es una “construcción social” y que no se relaciona con elementos biológicos o anatómicos y por tanto se puede no ser binario, pero si esto fuera así, ¿por qué es necesario cambiar el cuerpo para que se asemeje a un género en particular? ¿No era que la anatomía nada tenía que ver con el género? 

IMPLICACIONES SOCIALES 

Por supuesto, las implicaciones sociales de esta noción de identidad de género son amplias y hay suficientes ramificaciones para redactar un artículo solo con esos casos, pero podemos mencionar algunas de las más preocupantes cuando ante la ley se puede considerar a un hombre biológico como mujer y al revés (aunque por tener una biología con mayor fuerza física preocupan más las “mujeres trans” en espacios femeninos).  

En marzo de este año la nadadora trans Lia Thomas destacó en los noticieros al competir en la categoría femenina, abriendo el debate sobre la posibilidad de que una persona biológicamente hombre pueda competir en deportes femeninos y las ventajas anatómicas que este puede tener. 

También existen los hombres que se identifican como mujeres y logran ingresar a cárceles de mujeres, lo que ha generado casos de violación hacia las compañeras de celda. 

Y para dar un ejemplo más, uno de los que más nos debe preocupar a nosotros como padres en mi opinión es que si se considera que el respeto a la identidad de género es un derecho humano, entonces padres que no respetan este derecho pueden verse ante la temible amenaza de perder a sus hijos al Estado si se rehusan a criarlos de otro género diferente a su sexo biológico. Tristemente, ya ha habido dos casos así en los EEUU. En uno de ellos, Sage, una joven de 15 años que se identificó como varón, fue removida de la custodia de sus padres e ingresó a un hogar de rehabilitación masculino, donde fue abusada.  8 y 9

EL AMOR GANA  

Aunque revuelva el estómago, es importante conocer las nefastas raíces de estas ideologías, cómo se han estado inculcando como adoctrinamiento dogmático en nuestra cultura y las implicaciones que pueden tener sobre nuestros hijos. Lo más paradójico de estas tendencias de “tolerancia” e “inclusión” es que hoy se presentan como inofensivas diciendo que “el amor es amor” y “el amor gana”.  

Sé que mucha de esta información es difícil de leer, especialmente para los que ya tenemos hijos, y entiendo el deseo de esconderse en una comunidad cristiana y cerrarles la puerta a estas tendencias ideológicas, sin embargo, este es el mundo en el que vivimos, este es el mundo que nuestra generación ha sido llamado a alcanzar.  

No podemos quedarnos callados por temor a parecer “políticamente incorrectos” cuando hay una guerra cultural ocurriendo ahí afuera. Debemos informarnos y mantenernos alerta como dice 1 Pedro 5:8, sabiendo que “vuestro enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar.” No podemos tampoco esperar que nuestros hijos nos hagan las preguntas incómodas, que escuchen esto por primera vez en sus escuelas o en la televisión. Debemos preventivamente conversar esto con ellos, desde las verdades de la Palabra de Dios, siendo capaces de entender y refutar estas ideologías desde una perspectiva bíblica, moral y racional, siempre con amor y respeto. 

Conocemos a Aquel que es verdaderamente inclusivo, que nos amó a todos por igual y que nos valoró a cada uno con el precio tan alto de la sangre de Su hijo. Tenemos nuestra esperanza en Él y sabemos que al final sí es cierto que “el amor gana” porque Dios es amor y ganó esta batalla hace más de 2000 años en una cruz. No perdamos la esperanza, es más grande el que está en nosotros.  

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